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Karem y sus padres viven a pocos metros de mi casa, saben que no me dedico de pleno a este tipo de fotografía en época de comuniones pues la norma parece ser el buscar un fotógrafo de estudio, yo funciono como si de una «pequeña boda» se tratase, empezando con unos preparativos en casa y luego una divertida sesión de exteriores en un parque cercano… por ejemplo, más que suficiente, el valor lo encontramos en la autenticidad de las imágenes, aún tratándose de niños la complicidad es fundamental.

Un beso a Karem y a sus papis

Tomás Badía

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