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A finales de los años noventa estuve un tiempo, bastante largo, fotografiando con una nikon 801’s y un objetivo de 20mm marca la cabra cuya abertura máxima era f3.8, soliendo llevar la cámara colgada a todas horas la idea era disparar a la altura de la cintura y por estimación, evidentemente con un 20mm a f3.8 y con el foco a un metro aproximadamente es prácticamente imposible fallar, el foco es total, el control de la imagen ya ni te cuento, uno contempla la escena a poca distancia sin que nadie se percate de la intención que llevas en mente, llegas a sentir como se va acercando el instante decisivo… y entonces le das al click.

Tomás Badía

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«Boda gitana en el salon Forsany, Massanassa»

 

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«En el bar de Porfi, Catarroja»

 

 

 

 

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